martes, 26 de junio de 2012

Esta es la historia de la chica que la definían como soñadora. A ella siempre le gustaba soñar, cerrar los ojos, y dejar volar la imaginación. Pensar cosas quizá poco probables, pero que a ella siempre le sacaban sonrisas, y esa era la razón por la cual le gustaba soñar. Porque sonreía una y otra vez.
Pero un día, cuando ella estaba feliz, invulnerable.. Apareció él, con la sonrisa más increíble que había podido ver en su vida, y lo peor de todo es que su llegada significó que ella dejará de soñar, porque quería gastar su tiempo en estar con él, en mirarlo. Y aseguraba que no le habían provocado en toda su vida una sonrisa tan pura como la que él le provocaba.
¿Qué cómo terminó la historia?
Digamos que ella, al cabo del tiempo tuvo que conformarse con mirarlo, y cuando no fue suficiente tuvo que empezar a soñar, a imaginarse junto a él.
¿Por qué?
Él la quería, la quería con todo su corazón, él pensaba que era la mejor amiga que siempre ha tenido, mientras que ella... Ella estaba locamente enamorada. ¿Y sabíais lo único que podía hacer? Conformarse con ser amigos. Conformarse con ser su otra mitad, la mitad que todos necesitamos para desahogarnos, para no hundirnos. Y sí, cuando el se desahogaba, yo me ahogaba. Me ahogaba porque tenía que escuchar cada detalle de su vida, y aceptar que nunca formará parte de ella.

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